
Sentada frente al monitor, escuchando problemas ajenos, como si los propios no bastaran, tarareaba una canción con mucho aroma playero que me recordaba el sol caer en su sereno rostro desorbitado. No tenia mucho que hacer, intentaba crearme deberes innecesarios, como avanzar en un trabajo con 3 semanas de anticipación. Intente concentrarme en viejos videos que tenia tirados en mi alcoba, pero todo me llamaba a escrutar en mis recuerdos. Llame a mamá, no respondió, fui hasta su habitación me eche a su lado para tranquilizar mi espíritu, no fue mucho lo que apacigüe, me levante bruscamente provocando su bajada y le dije que iría a dar una vuelta, ella no se extraño, se había acostumbrado a mis salidas fortuitas sin razón. Tome mi abrigo, investigue mi bolso para asegurar que nada me faltara y comencé mi rumbo sin pensar mucho. Era un día de Agosto y la primavera se plasmaba a través de unos pajaritos susurrar, tras un irascible pasto verde y un cielo limpio digno de alabar, pero no era el aire que yo necesitaba, un chaparrón sobre mis ojos, pestañas, parpados era lo que deseaba, quería disimular mis penas con el paisaje, pero me abrazaba tiernamente, yo no necesitaba consuelo, quería arrojar toda esperanza, quería apagar la llama, quería ser simplemente parte de un frió andar. Camine todo Illanes con muchas ganas de correr y caer, pero me contenía, como las lagrimas que no querían manchar el lindo paisaje frente mi ojos. Cruce Alameda sin darme cuenta, mi espíritu prendía un vuelo, y arrastrándolo con un hilo invisible me hacia andar. No lograba tranquilizarme, busque entre mis chuchearías, la hora, al verla todo se ilumino a mi pasar, no lo sabia, pero lanzaba a mi frustración vital. Me dirigí, como siempre, hacia la plaza, por el mismo camino, por la misma gente, por los mismos focos que me mantenían despierta, me aliviaba pensar que no eran lugares que me perpetuaban dolorosas historias, que a pesar insistimos en revivir. El paisaje que tanto cuide termino por caer, un frió me envolvía, me sentía mas complaciente, sentía pertenecer más a estas horas, solo faltaba unas cuadras, baje por Estado, tuve miedo de seguir, pero llegue a Cuevas de todas maneras, camine con un paso lento pero firme, miraba el suelo, evitando lo que se aproximaba, llegue a la plaza, muchos escolares danzaban exhaustos alrededor de nuestro emblema regional, me confabule con ellos y decidí sentarme, donde siempre, donde tengo una panorámica grande para observar a la gente. De pronto, tras un rápido mirar, vi un gesto familiar, comencé a fijar mis ojos pausadamente para ir aclarando mi idea, y sí, era el, en ese minuto toda mi esperanza se derrumbo, tal como hace unas horas tanto deseaba, pero me gritaba tras mi agachar, esa no era la forma, y con mis ojos llenos de lagrimas no aparte la vista de dichas sombras, que se acariciaban, que hacían un torbellino de ilusiones, ilusiones que yo había creado y que me habían desechado, paso un buen tiempo y ellas, que era como una sola, se levantaron y caminaron hacia mi dirección, yo no le quitaba los ojos de la laguna verde, le reprochaba que todos mis deseos, que todo mi amor lo había desperdiciado, que no se había dado el tiempo suficiente de maravillarse de mi. Pasaron al lado mió, riendo, contándose historias, y reían, y yo sentada, gritando en silencio, trasmitiendo y diciendo sin articular mis labios, que me llamo Claudia y desde hace años que TE AMO.
Incluso antes de exitir para mi...